domingo, 3 de octubre de 2010

Me gustan los peces, pero estos NOP


Me da miedo ver cine chileno. No es “susto” como el de las buenas películas de terror. Con todo el corazón quisiera poder decir “Utah q wena” o, ¿Viste la última peli de Littín?: La raaaja. Y querer comprar pelis originales chilenas para la colección de DVDs, y buenas intenciones como esa, pero…nadízima!. Siempre acabo sintiendo que perdí casi hora y media de mi vida.
Me dijeron y leí varios comentarios favorables sobre “La vida de los peces”. Me quedaron dando vuelta los argumentos. Y súper, porque las personas son libres de preferir esto o lo otro. Entonces plaf! también me dieron ganas de argumentar mis razones y explicar por qué “La vida de los peces” de Matías Bize, me re-pateó.
Había visto “En la cama”, del mismo director y me pareció una película muy correcta. Eso me dio ánimos. Ví que el atractivo protagonista, Santiago Cabrera, era el mismo pintor del futuro, greñudo, de la primera temporada de la serie “Heroes” y eso me decidió. Le ninguneé “IP man” a mi novio y punzetié para ver mi elección, alegando que el cine nacional merece una oportunidad y blah, blah,blah…Cuento corto? Tuve que preparar empanadas de queso como indemnización.
Primero quiero mencionar los atributos positivos que encontré, porque los tiene:
Ella y él. Muy bien la pareja protagónica. Blanca Lewín es una actriz consolidada en cine. Transmitió adecuadamente la emoción al espectador. Lo mismo Mr. Cabrera, quién me sorprendió con su perfecto chileno. Consiguieron también darle una imagen muy nacional. O ahora que lo pienso mejor, más bien chileno-argentino como la de Gonzalo Valenzuela. Pero es un actor  intenso que se le vio muy cómodo en la piel de “Andrés”. Vaticino que si no vuelve a gringolandia, va a convertirse en el nuevo minoooo del cine nacional, en reemplazo de los que ya emigraron.
La foto: Pero MUY BIEN!!! Esta es la principal fortaleza que cuento y creo que los premios y menciones que pudiera recibir este filme, van por ese lado. Precioso trabajo de Bárbara Álvarez.
La idea del nombre: Es un nombre que pareciera encerrar una idea completa y potente. Como que a partir de esta, se teje la trama de toda la película, onda “Big Fish”. (La coincidencia de los peces no tiene relación).La cámara pasea tras el protagonista, que va de una habitación a otra durante toda la película. Al final no se queda en ninguna y da la impresión de que estuviera constantemente buscando algo y despidiéndose a cada rato. Supongo que así viven los peces, que son tan viajeros, tan saludadores y tan ricos. Bien hasta ahí.
Sin embargo, me empecé a poner nerviosa y me dio como angustia que no saliera nunca de la casa. Me daban ganas de gritar: “Weón sale por el ventanal del balcón, de la cocina, por el refrigerador .…pero saleeeee”. No me agradó, en la práctica, el efecto de cámara seguidora.
La historia que une a los protagonistas y que se va contando a retazos, es absolutamente insuficiente para entender la magnitud o la importancia del amor real que vivieron. Creo que lejos de emocionar, patina peligrosamente en las pistas ignominiosas de la cursilería.
No sé por qué el director no hizo ningún flash back. Tal vez hubiera dado más profundidad al argumento.
No resulta creíble que después de 10 años de completo olvido, una antigua historia de amor que finalizó en términos poco claros, venga a hacer tambalear la estabilidad en la vida de una mujer que construyó una familia. En “Cast Away”, se entiende; en “Los puentes de Madison”, también. Aquí NOU!
Lo que entendí perfecto fue por qué tanta gente terminó llorando a moco tendido con esta peli. Sólo completaron con sus propias historias lo que le faltó a esta. Y le faltó harto.
Entonces si alguien me pregunta ¿viste La vida de los peces, qué tal? Le voy a decir: “NO me gustó pero NADÍZIMA, aunque puede que a ti te guste. Véla, pero creo que te arriesgas