viernes, 22 de febrero de 2008

Mi Amante Bandido


Eran las 21:03 minutos. El galopar de mi corazón se atropellaba con el tan-tán de mis veloces zapatillas que cruzaban a toda máquina una explanada de pasto que parecía no acabar nunca.
“Cuidado con los cables m’hijita!!!!”- me gritó un cuarteto de orangutanes chaqueti-amarillos. Como no había tiempo de esquivar ningún cable ni hormiga cabezona en mi pique velocista, tuve que saltar. Los Chaqueta Amarilla se revolcaron de risa porque era una simpática joda. No había tales cables.
“Wenaaaa, Comaneshiiiiii” – todavía escuché gritar al racimo de tarados. No tenía tiempo de explicarles que la Comaneci era una gimnasta y no una velocista. Pero en fin, hay cosas que ni qué y yo tenía que llegar a la puerta.
“¿Y no trajo un chalequito?. Se le van a helar los bracitos”- me dijo el buen señor del primer acceso al escrutar mi ticket. Yo le dediqué una mirada estándar de agradecimiento. No podía hablar porque jadeaba. Tampoco a éste valía la pena explicarle que “el shalequito” habría arruinado mi pronunciado y brillantín escote. En el segundo control me dice una chica, “¿Qué le pasó a tu entrada que está húmeda?” – casi al borde del grito de impotencia por la incomprensión de mis congéneres, le respondí: “Está húmeda porque babeo por él”-mientras indicaba con mi dedo sudado la mampara de vidrio, último obstáculo entre “ÉL” y yo. La explicación de mi problema de hiperhidrosis, en este caso, también estaba de más. Entré canchera junto a mi anfitriona asignada. “¿Viniste solita?” – me dijo ella, llena de compasión hacia mí. “Sí!”, respondí con cara de dolor. La niña me ubicó en mi silla y me dejó a solas. ¡Por fin!. ¿Desde cuando a las citas románticas se va acompañada?. Rebosaba felicidad. Había llegado. Estaba en mi silla. No había nadie detrás de mí para decirme que me sentara, que bajara los brazos o me cortara la cabeza. Ya estaba allí. No pudo impedírmelo Ticketmaster, ni el hijo regalón, ni la Bolocco que trató de intoxicarlo. Estaba en mi silla numerada de platea baja y Miguel Bosé, mi eterno Amante Bandido, llegaría en los próximos minutos. (continuará…)

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